lunes, 19 de febrero de 2018

CULTIVO DE PALMA

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1. ORIGEN. 
La palma africana (Palma aceitera africana, Coroto de Guinea, Palmera Aabora, Palmera de Guinea) es una planta tropical propia de climas cálidos cuyo origen se ubica en la región occidental y central del continente africano, concretamente en el golfo de Guinea, de ahí su nombre científico Elaeis guineensis Jacq., donde ya se obtenía desde hace 5 milenios. A pesar de ello, fue a partir del siglo XV cuando su cultivo se extendió a otras regiones de África.
Su propagación a mínima escala se inició en el siglo XVI a través del tráfico de esclavos en navíos portugueses, siendo entonces cuando llegó a América, después de los viajes de Cristóbal Colón, concretamente a Brasil. En esta misma época pasa a Asia Oriental (Indonesia, Malasia, etc.).
2. TAXONOMÍA Y MORFOLOGÍA.
- Familia: Arecaceae.
- Especie: Elaeis Guineensis Jacq.
- Porte: palmera monoica con tronco erecto solitario que puede alcanzar más de 40 m de altura en estado natural. En cultivos industriales para la obtención de aceite su altura se limita a los 10-15 m, con un diámetro de 30-60 cm cubierto de cicatrices de hojas viejas.

Figura 1. Palma africana (Elaeis guineensis)
(Foto: Manual Palma Aceitera) .
- Sistema radicular: es de forma fasciculada, con gran desarrollo de raíces primarias que parten del bulbo de la base del tallo en forma radial, en un ángulo de 45° respecto a la vertical, profundizando hasta unos 50 cm en el suelo y variando su longitud desde 1 m hasta más de 15 m. Por su consistencia y disposición aseguran un buen anclaje de la planta, aunque casi no tienen capacidad de absorción. Las raíces secundarias, de menor diámetro, son algo más absorbentes en la porción próxima a su inserción en las raíces primarias y su función principal es la de servir de base a las raíces terciarias y éstas a su vez, a las cuaternarias. Estos dos últimos tipos de raíces conforman la cabellera de absorción de agua y nutrientes para la planta. Las raíces secundarias tienen la particularidad de crecer en su mayoría hacia arriba, con su carga de terciarias y cuaternarias, buscando el nivel próximo a la superficie del suelo, de donde la planta obtiene nutrientes.
- Tallo: comunica las raíces con el penacho de hojas que lo coronan. Se desarrolla en tres ó cuatro años, una vez que se ha producido la mayor parte del crecimiento horizontal del sistema radicular. Se inicia con la formación de un órgano voluminoso en la base del tallo que es el bulbo, que origina el ensanchamiento en la base del tronco y sirve de asiento a la columna del tallo. En el otro extremo del bulbo, en el ápice del tallo, se encuentra la yema vegetativa o meristemo apical, que es el punto de crecimiento del tallo, de forma cónica enclavada en la corona de la palma y protegido por el tejido tierno de las hojas jóvenes que emergen de él en número de 45 a 50. Las bases de inserción de los pecíolos que permanecen vivos durante un largo tiempo, forman gruesas escamas que dan al árbol su aspecto característico. Al morir éstas, caen, dejando el tallo desnudo con un color oscuro, liso y adelgazado, característica que puede apreciarse en plantas muy viejas.
- Hojas: hojas verdes pinnadas (con foliolos dispuestos como pluma, a cada lado del peciolo) de 5-8 m de longitud que constan de dos partes, el raquis y el pecíolo. A uno y otro lado del raquis existen de 100 a 160 pares de foliolos dispuestos en diferentes planos, correspondiendo el tercio central de la hoja a los más largos (1,20 m). El pecíolo muy sólido en su base y provisto de espinas en los bordes, las cuales se transforman en foliolos rudimentarios a medida que se alejan del tallo, presenta una sección transversal asimétrica, con tendencia triangular o de letra “D” y a medida que se proyecta hacia el raquis se va adelgazando, manteniendo siempre muy sólida la nervadura central.
- Inflorescencias: las flores se presentan en espigas aglomeradas en un gran espádice (espata que protege a una inflorescencia de flores unisexuales) que se desarrolla en la axila de la hoja. La inflorescencia puede ser masculina o femenina. La inflorescencia masculina está formada por un eje central, del que salen ramillas o espigas llamadas dedos, cilíndricos y largos, con un total de 500 a 1500 flores estaminadas, que se asientan directamente en el raquis de la espiga, dispuestas en espiral. Las anteras producen abundante polen con un característico olor a anís. La inflorescencia femenina es un racimo globoso, de apariencia más maciza que la masculina, sostenido por un pedúnculo fibroso y grueso, que lleva en el centro un raquis esférico en el que se insertan numerosas ramillas o espigas, cada una con 6 a 12 flores. La flor femenina presenta un ovario esférico tricarpelar coronado por un estigma trífido cuyas caras vueltas hacia fuera están cubiertas por papilas receptoras del polen.

Figura 2. Inflorescencia masculina.
(Foto: Manual Palma Aceitera)

Figura 3. Inflorescencia femenina.
(Foto: Manual Palma Aceitera)
- Fruto: drupa de forma ovoide, de 3-6 cm de largo y con un peso de 5-12 g aproximadamente. Están dispuestos en racimos con brácteas puntiagudas, son de color rojizo y alcanzan hasta los 4 cm de diámetro. Presentan una piel (exocarpio) lisa y brillante, una pulpa o tejido fibroso (mesocarpio) que contiene células con aceite, una nuez o semilla (endocarpio) compuesta por un cuesco lignificado y una almendra aceitosa o palmiste (endospermo).

Figura 4.
Racimo de palma africana.

Figura 5. Fruto de palma africana.
3. IMPORTANCIA ECONÓMICA Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA.
La palma africana ha sido utilizada desde la antigüedad para la obtención de aceite. Produce dos tipos de aceite, el del fruto y el de la semilla, respectivamente. El aceite alimentario se comercializa como aceite comestible, margarina, cremas, etc., y el aceite industrial es utilizado para la fabricación de cosméticos, jabones, detergentes, velas, lubricantes, etc. El aceite de palma africana representa casi el 25 % de la producción de aceites vegetales en el mundo. Es considerado como el segundo aceite más ampliamente producido sólo superado por el aceite de soja.
A pesar de ello, dentro de las plantas oleaginosas, es la de mayor rendimiento en toneladas métricas de aceite por hectárea. En comparación con otras especies oleaginosas, la palma africana tiene un rendimiento por hectárea varias veces superior. Es así que para producir lo que mismo que una hectárea de palma, se necesitan sembrar 10 y 9 ha de soja y girasol, respectivamente.
Debido a esto, el cultivo de la palma africana es de gran importancia económica ya que provee la mayor cantidad de aceite de palma y sus derivados a nivel mundial.
África central fue el productor principal, concretamente el Congo antes de su independencia y posteriormente Nigeria. Desde los años 80, Malasia comienza el dominio del mercad, sin embargo, con la crisis asiática de 1997, la tendencia fue invertir en otras áreas del trópico. En América Latina, después de ensayos poco exitosos al principio del siglo XX, se retomó nuevamente el cultivo de forma extensiva a finales de los años 80.
La mejor adaptación de la palma de aceite se encuentra en la franja ecuatorial, entre 15 grados de latitud norte y sur, donde las condiciones ambientales son más estables.
4. REQUERIMIENTOS EDAFOCLIMÁTICOS.
4.1. Clima.
La palma africana es una planta propia de la región tropical calurosa, por ello se ubica en aquella zonas que presentan temperaturas medias mensuales que oscilan entre 26 ˚C y 28 ˚C, siempre que las mínimas mensuales no sean inferiores a 21 ˚C. Temperaturas inferiores a 17 ˚C durante varios días provocan una reducción del desarrollo de plantas adultas y en vivero detienen el crecimiento de las plántulas. No soporta heladas.
En cuanto a las precipitaciones, las condiciones favorables para esta especie están determinadas por la cantidad y distribución de las lluvias, que presentan rangos oscilantes entre 1800 mm y 2300 mm al año. Sin embargo, se puede presentar el caso de regiones con precipitaciones superiores a los 2300 mm, pero con largas épocas de sequía, razón por la cual los rendimientos no se corresponden con el régimen hídrico de la zona. A pesar de ello, se estima que una disponibilidad de 125 mm al mes, es suficiente para lograr las máximas producciones, lo que indicaría, que zonas con 1500 mm de lluvia al año, regularmente distribuidas, son deseables para el cultivo de la palma africana.
En relación a la luz, la palma africana se identifica como planta heliófila, por sus altos requerimientos de luz. Para lograr altas producciones se requieren 1500 horas de luz al año, aproximadamente, siendo importante la distribución de las mismas. Por ello, las zonas que presentan valores medios mensuales superiores a las 125 horas de luz, se consideran adecuadas para el cultivo de esta planta. La insolación afecta, además, a la emisión de las inflorescencias, fotosíntesis, maduración de los racimos y contenido de aceite del mesocarpio.
En cuanto a la humedad relativa, es necesario un promedio mensual superior al 75%.
4.2. Suelo.
El grado de rusticidad de la palma africana, permite su adaptación a una amplia gama de condiciones agroecológicas con diversidad de suelos, dentro del marco ambiental del trópico húmedo.
Tolera suelos moderadamente ácidos (5,5-6,5), aunque éstos en general presentan deficiencias de elementos nutritivos tales como nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio y boro, que obligan a un manejo adecuado de la fertilización  e imponen la aplicación de enmiendas. Cuando hay una alta acidez en el subsuelo se limita la profundización de las raíces y ocasiona susceptibilidad en las plantas a períodos prolongados de déficit hídrico.
Los suelos óptimos son los de textura franco-arcillosa. En los suelos ligeros, de textura arenosa a franco-arenosa, se presentan problemas de lavado y lixiviación de nutrientes, por lo que su consistencia es insuficiente para el soporte de la planta. Los suelos pesados, de textura arcillosa, presentan limitaciones para su manejo, por la dificultad para drenarlos y por la facilidad con la que se compactan.
Por tanto, los suelos óptimos para el cultivo de la palma africana, son suelos profundos con buen drenaje, de textura ligeramente arcillosa, con buen contenido en materia orgánica, topografía de plana a ligeramente ondulada con pendientes inferiores al 2% y con un nivel de fertilidad de medio a alto.
Es necesario evitar la formación de horizontes excesivamente coherentes, ya que el sistema radical es sensible a dicho fenómeno. Por tanto, la palma africana se desarrolla de forma adecuada en  medios porosos, con suficiente capacidad de saturación de humedad, que permitan, además de un buen desarrollo radical, soportar cortos períodos de sequía, sin disminuir su producción.
5. PROPAGACIÓN.
La selección del material de propagación es importante para asegurar altos rendimientos y calidad en el aceite de modo que haga rentable el cultivo de la palma. Si se utiliza semilla, ésta debe estar certificada y garantizar las siguientes características:
- Alto grado de pureza (>95%).
- Porcentaje de germinación superior al 85%.
- Alta productividad en racimos: en condiciones óptimas de cultivo 28-30 t · ha-1· año-1.
- Alta tasa de extracción de aceite del orden del 25%.
- Precocidad en el inicio de la producción: 30-32 meses de la siembra definitiva.
- Crecimiento lento del tallo en altura: 40-45 cm · año-1.
Generalmente se utiliza la semilla de la variedad Tenera, producto de un cruce entre las variedades Dura y Pisífera.
Una vez seleccionada la semilla, se procede a su germinación, proceso que tarda entre 75 y 90 días, para luego transferirlas al vivero, donde una vez desarrolladas se trasplantan al campo.
También es posible colocar la semilla recién germinada en un previvero, utilizándose bolsas negras de 20 cm de altura por 12 cm de ancho y colocadas unas al lado de la otras en bloques de 1 m de ancho, lo que permitirá colocar 70 plántulas · m-2. La duración de esta fase es de 60 a 120 días. Esta fase permite controlar en espacios relativamente pequeños, grandes cantidades de plántulas, de manera que el material trasplantado al vivero es de muy buena calidad, ya que además de los controles realizados en el previvero, se lleva a cabo una rigurosa selección de las plántulas, para lograr posteriormente un comportamiento lo más uniforme posible.
La fase de vivero tiene una duración de 10 a 14 meses. Un desarrollo inicial adecuado en esta fase repercute directamente sobre el comportamiento de las plántulas en el campo y afectará a la producción de racimos durante los primeros años de cosecha. El vivero debe tener una pendiente inferior al 2% y disponibilidad suficiente de agua para riego (6 mm · día-1).  Para el diseño del vivero es necesario conocer el número total de plantas requeridas, que permitirá establecer a su vez un diseño del sistema de riego adecuado. El área utilizada debe ser preferiblemente cuadrada o rectangular y la distribución de las plantas debe hacerse en triángulos equiláteros (tresbolillos) y a una distancia entre ellas de 0,90, 1,00 ó 1,20 m dependiendo del tiempo que permanecerán en el vivero, 10,12 ó 14 meses respectivamente.
De forma rutinaria, en vivero se realizan labores tales como control de malas hierbas en el suelo y en las bolsas, riegos diarios (6 mm · día-1), fertilización mensual y control de plagas y enfermedades. El control de malas hierbas en las calles y drenajes debe hacerse preferiblemente con herbicidas preemergentes, sin embargo, en las bolsas se realiza a mano. Un método que ha resultado satisfactorio también, es el uso de una capa de 3 cm de espesor de cáscara de arroz o concha de maní, la cual se renueva cada tres meses.
En vivero, un suministro suficiente de agua y a una frecuencia adecuada garantiza un buen desarrollo de la palma, por lo que se recomienda aplicar 6 L· m-2, diariamente en la época seca. En invierno, la frecuencia de riego dependerá de las lluvias, teniendo presente, que sí estás son inferiores a los 6 mm deben completarse con el riego.
En cuanto a la fertilización, es conveniente realizar un análisis de suelo para elaborar un programa racional de fertilización.
Las plagas más comunes en el vivero son las hormigas, roedores, grillos y en épocas de sequías prolongadas sin suministro adecuado de riego, pueden aparecer ácaros, que pueden ser evitados con riegos sistematizados.
En cuanto a enfermedades, son muy comunes algunos hongos de manchas foliares, tal es el caso de los diversos tipos de antracnosis causadas por los géneros Botryodiplodia, Melanconium y Glomerella. La prevención y el control de estas enfermedades se realiza con un manejo adecuado del vivero en cuanto a distanciamiento de las palmas, frecuencia de fertilización y volumen de agua suministrada por riego y aplicaciones preventivas de fungicidas a base de carbamatos a baja concentración.
En fase de vivero se suelen descartar un 5% de las plantas por razones tales como desarrollo de una planta inferior al promedio, folíolos soldados, dispersos o estrechos, perímetro del cuello inferior a 25 cm etc. En general, las plantas seleccionadas deben presentar una armonía en su arquitectura, es decir, deben tener una altura entre 1 y 1,20 m y un mínimo de 8 hojas funcionales.
También pueden utilizarse como material de propagación los hijuelos. La separación de estos de la planta madre se debe realizar con mucho cuidado, regando bien el suelo que se encuentra alrededor de la palma varios días antes de la separación, de forma que se asegure que buena parte de la tierra que rodea las raíces queda adherida a ellas. Si los hijuelos no se necesitan como material de propagación deben de eliminarse.
6. MATERIAL VEGETAL.
6.1. Variedades.
- Dura: posee un endocarpio grueso que protege a una, dos o tres almendras y fibras dispersas en la pulpa.
- Pisífera: se caracteriza por la ausencia de endocarpio y en ocasiones presenta una almendra del tamaño de una arveja y la presencia de fibras agrupadas en el centro del fruto.
También encontramos un híbrido intervarietal, Tenera, obtenido mediante el cruzamiento artificial controlado de palmas de la variedad Dura (usadas como madre) con polen de palmas de la variedad Pisífera (usadas como padres).
7. PARTICULARIDADES DEL CULTIVO.
7.1. Siembra.
La siembra es una de las labores más importantes en el desarrollo de la vida productiva de una plantación, debido a que la permanencia del cultivo en el campo va a ser de muchos años.
Existen un conjunto de labores previas a la siembra que son determinantes para garantizar el éxito de la misma y cuyos resultados influyen posteriormente en la obtención de las producciones esperadas. Algunas de estas labores son el acondicionamiento de los suelos, trazado y construcción de drenajes y vialidad interna, trazado de plantación o demarcación de parcelas y establecimiento de cultivos de cobertura.
La época de siembra adecuada para garantizar el cultivo es a inicios del período de lluvias, cuando se disponga en el suelo de suficiente humedad, para garantizar un buen desarrollo del sistema radical.
Por otra parte, los distanciamientos de siembra más usados son de 9 x 9 m entre plantas, al tresbolillo y 7,8 m entre hileras, proporcionándonos una densidad de siembra de 143 plantas · ha-1, o bien distanciamientos de 8,5 x 8,5 m entre plantas en el mismo sistema y 7,36 m entre hileras, con el que se obtienen 160  plantas · ha-1. La orientación de las hileras de palmas debe ser Norte-Sur.
7.2. Resiembra.
Las palmas plantadas en campo deben ser observadas periódicamente y aquellas que presenten algún desarrollo anormal o simplemente mueran, serán reemplazadas por plantas que para este fin se mantienen en vivero. Se estima que para esta fase un valor normal de reemplazo es el 5% del material sembrado.
7.3. Polinización.
La palma africana produce flores masculinas y femeninas en inflorescencias distintas y de forma separada en una misma planta, de tal manera que se necesita trasladar el polen de una flor a otra. Por esta razón, se necesitan agentes polinizadores que aseguren una buena fructificación.

Figura 6.
Racimos polinizados correctamente (arriba) e incorrectamente (abajo).
La acción del viento y de las abejas para trasladar el polen es muy pobre, viéndose esta situación aún más comprometida con los materiales genéticos de alta producción de racimos, que durante los dos o tres primeros años de producción emiten muy pocas inflorescencias masculinas y son casi exclusivamente femeninos.
La polinización se debe iniciar entre los 26-28 meses de la siembra.
La polinización manual consiste en la utilización de una mezcla de polen – talco (1/20), espolvoreando 0,1 g por inflorescencia femenina en estado de antesis (receptiva). La flor permanece en este estado tres días, caducando posteriormente. El porcentaje de fructificación es de 60% de frutos normales.
Por otro lado, también es posible la polinización entomófila. Las inflorescencias masculinas y femeninas emiten un suave olor a anís que atrae especialmente a unos pequeños insectos, denominados curculiónidos, que se alimentan y reproducen en las flores masculinas. Estos insectos tienen el cuerpo cubierto de vellosidades a las que se adhieren los granos de polen, y al moverse entre las flores femeninas van liberando y asegurando la polinización de éstas. Estos insectos visitan las flores femeninas por error, inducidos por el olor a anís. En América, uno de los insectos que mejor se ha establecido en las plantaciones es Elaeidobius kamerunicus, lo que ha permitido diseñar un sistema de polinización, capturando dichos insectos en cultivos de más de 7 años de edad y liberándolos más tarde el cultivos jóvenes. La liberación de estos polinizadores obedece a un sistema que asegure una población de 20.000 insectos · ha-1 cada tres días. Con este sistema de polinización, el porcentaje de polinización es de 80%.
Ambas modalidades de polinización se suspenden entre el sexto y séptimo año de edad de las palmas, que es cuando la emisión de flores masculinas es suficiente para abastecer la necesidad de polen y los insectos polinizadores ya establecidos aseguran de esta manera la fructificación de las flores femeninas de forma natural. El porcentaje de fructificación en este periodo alcanza el 85-95% de frutos normales.
7.4. Control de malas hierbas.
Es necesario prestar especial atención a determinadas especies vegetales tales como las gramíneas, ya que su sistema radical activo se ubica en los estratos superficiales del suelo y compite con el de la palma. Aún cuando existen patrones técnicos en cuanto a las condiciones edafoclimáticas óptimas para el cultivo de la palma, la problemática de las malezas puede ser un problema importante en las plantaciones. Su distribución, frecuencia y densidad responden a las características de cada zona y por esta razón, los controles de la misma en la palma deben realizarse considerando cada caso de forma particular.
El control de malezas en este cultivo se realiza en los callejones y en los círculos. En los callejones se efectúa fundamentalmente usando cultivos de cobertura, de los cuales el más generalizado es el Kudzú Tropical (Pueraria phaseoloide), aunque pueden utilizarse otros tales como Desmodium ovalifolium, Centrosema pubescens, Calopogonium spp. Estas especies cubren totalmente las calles, formando una masa vegetal de hasta 1 m de altura, evitando, por tanto, el desarrollo de especies indeseables.
El control de malas hierbas en los círculos es importante para propiciar la rapidez del crecimiento vegetativo, principalmente en palmeras jóvenes, ya que su sistema radicular en desarrollo sufre mucho si tiene que competir con las malas hierbas de su entorno. Por ello, no se debe permitir la invasión de plantas de cobertura sobre la corona de las hojas, pues al bloquear la flecha no se permite la apertura de nuevas hojas y se reduce la capacidad de fotosíntesis. El control de malas hierbas en círculos puede realizarse de  forma manual o química. Durante los primeros años, el mantenimiento de los círculos deberá ejecutarse de forma manual, ya que la palma africana en este periodo es muy susceptible a los daños por herbicidas. En condiciones normales, el control manual en época lluviosa y en palmas jóvenes se ejecuta cada 36-60 días y en plantas adultas cada 60-90 días. En cambio, para el control químico las aplicaciones pueden variar entre 60 y 135 días.
7.5. Poda.
La eliminación de hojas secas y seniles o no funcionales se realiza en el momento del corte del racimo, es decir, en la cosecha, sin embargo, es conveniente realizar una poda anual para eliminar inflorescencias masculinas deterioradas, racimos podridos y algunas epifitas que se desarrollan en el estipe. Por ningún motivo se cortarán hojas verdes funcionales.
7.6. Fertilización.
La palma africana es una planta con un elevado potencial de producción y debido a su alta productividad, genera grandes volúmenes de biomasa en forma de hojas, inflorescencias, racimos, raíces y desarrollo del estipe. Por esta razón, la extracción y uso de los nutrientes en este cultivo es alto, unos procedentes de las reservas minerales que existen en el suelo, otros, producto del reciclaje de partes de la planta, también por efecto de la fijación de los cultivos de cobertura y por residuos vegetales de los mismos y por último, por abonados producto de un programa de fertilización.
En definitiva, los objetivos que se persiguen con la fertilización son el suministro de nutrientes para promover el desarrollo vegetativo y la resistencia a plagas y enfermedades y el reemplazamiento de los nutrientes exportados por los racimos en la cosecha.
Para elaborar un programa de fertilización lo más conveniente es llevar a cabo análisis foliares y de suelo. Los primeros constituyen una base fundamental para el conocimiento del estado nutricional de la planta. De la misma forma, el análisis de las propiedades físicas y químicas del suelo es importante para determinar los procedimientos de manejo así como los requerimientos nutricionales del cultivo.
Una serie de ensayos sobre fertilización en palma africana, han permitido establecer una relación entre la producción y los porcentajes de elementos minerales (expresados en materia seca), estableciéndose así los niveles críticos, aunque para cada plantación deberán establecerse los mismos. Estos datos se pueden utilizar para interpretar los resultados de los análisis foliares.

Tabla 1.
Niveles críticos de elementos minerales.
A continuación se presenta un programa orientativo de fertilización para cultivos jóvenes:

Tabla 2.
Abono 6 semanas después de la siembra (g · planta-1).

Tabla 3. Abonado anual con 1 años de edad (g · planta-1).

Tabla 4. Abonado anual con 2 años de edad (g · planta-1).
A partir del tercer año, el abonado se programa de acuerdo con los resultados de los análisis foliares, considerando la tasa de exportación de nutrientes en los racimos y la expectativa de producción.
8. PLAGAS Y ENFERMEDADES.
8.1. Plagas.
Gusano cabrito (Opsiphanes cassina F.)
El adulto de Opsiphanes cassina es una mariposa café claro, de unos 72 mm con unas manchas amarillas que forman una marca en forma de "Y" en las alas anteriores, siendo su período de actividad de 7 a 10 días. Las larvas pueden llegar a medir hasta 90 mm, son verdes con bandas amarillas dorsales, poseen cuernos en la cabeza y una cola en forma de “V” muy pronunciada. Su ciclo de vida tiene una duración de unos 70 días, acortándose considerablemente durante períodos secos.
Esta plaga causa defoliaciones severas en palmas a partir de los siete años de edad, aunque también se han observado ataques en resiembras de pocos meses de edad cercanas a palmas adultas atacadas por la plaga. Las larvas, generalmente, pupan en las hojas, aunque gran cantidad de ellas también lo hacen en plantas epífitas que crecen sobre el tronco y en las malezas que crecen en el suelo.
La voracidad de las larvas es bastante alta, de forma que una única larva puede consumir hasta tres foliolos durante su desarrollo hasta que se convierte en pupa. Los niveles tolerables de defoliación son aproximadamente del 6,25% cuando la plaga se sitúa en la parte superior del follaje y del 17% cuando se sitúa en la mitad inferior de la corona.
Los métodos de control de esta plaga han sido bastante problemáticos, de forma que la decisión de aplicar un producto insecticida debe basarse en los niveles tolerables de defoliación, capacidad de defoliación de cada estadío y en un conocimiento lo más exacto posible de los enemigos naturales presentes y su capacidad potencial de reducir la población de la plaga a niveles aceptables en generaciones sucesivas. Por ello, debe recordarse que durante las primeras generaciones observadas durante una explosión, el nivel de parasitismo observado es bajo, pero este se eleva considerablemente a partir de la tercera generación y puede de por si ser más que suficiente para mantener la plaga bajo control.
La aplicación de insecticidas han dado resulta­dos erráticos y probablemente han sido negativos para los insectos benéficos. La aplicación de una formulación de Bacillus thuringiensis parece ser la decisión más adecuada cuando se requiere disminuir la pobla­ción. Estas aplicaciones deberían realizarse cuando la mayoría de las larvas estén en el tercer estadío pues aún el nivel de defoliación causado es bajo. Las aplicaciones al cuarto y quinto estadío tienen un efecto más inmediato pero no evitan que se concrete la mayor parte del daño.
Por otra parte, la población de adultos se puede reducir apreciablemente mediante el uso de cebos preparados con frutas maduras picadas las cuales son impregnadas con algún insecticida, aunque el uso indiscriminado de estos cebos puede ser negativo para los enemigos naturales.
También existen varios enemigos naturales identifi­cados en huevos, larvas, pupas y adultos, entre los cuales se encuentran avispas, moscas, chinches y pájaros.
Gusano túnel (Stenoma cecropia M.)
El adulto de Stenoma cecropia es una mariposa de color marrón oscuro con zonas rosadas y un penacho de escamas negras sobre el tórax. El tamaño es de 26‑30 mm en las hembras y 23‑25 mm en los machos. Durante su alimentación en el envés de las hojas, forman un envoltorio en forma de cuerno, que el gusano agranda conforme va creciendo. Este cuerno o cápsula es construido con partículas vegetales cementadas con excrementos y otras secreciones de la larva y el interior del túnel está tapizado con seda, la cual se extiende fuera de la entrada y le sirve a la larva como protección cuando está fuera del cuerno alimentándose.
El daño se inicia en las hojas bajeras, pero al aumentar la población del insecto, las larvas aparecen en hojas cada vez más jóvenes.
Las larvas de esta mariposa son fuertes defoliadores que pueden consumir hasta 50 cm2 de tejido individualmente. Los primeros ataques normalmente se inician a la orilla de espacios abiertos tales como caminos, canales, etc. El índice crítico se ha establecido en 70‑80 larvas en la hoja 17 para la palma adulta, siendo el nivel de referencia en la palma joven (3‑5 años) de 35 larvas por hoja. Durante los chequeos se puede abrir el cuerno para constatar si la larva está saludable o parasitada. Con experiencia la presencia de un gusano activo se detecta al ver cerca de la guarida los gránulos de excremento fresco y la tela recién hilada. Si no se observa tela o excrementos nuevos, y el borde alrededor de los sitios de alimentación está seco, es indicio de que la larva ha muerto o está pupando.
Generalmente, los ataque más fuertes ocurren en las estaciones más lluviosas, ya que las épocas secas favorecen el ataque de los enemigos naturales del insecto.
La avispa Rhysipolis spp. ataca las larvas entre los estadíos 5‑8 estados, siendo el nivel de parasitismo muy elevado durante el período seco. Otra avispa, Elasmus spp., también puede ser importante bajo ciertas circunstancias.
Como medidas de manejo adicional, se recomienda la recolección manual de los cuernos en palma joven y su colocación en cajas de recuperación de parásitos. Estas son jaulas de cedazo que por su tamaño no permiten la salida de los adultos alados, pero sí la de los insectos parasitoides.
También se han obtenido buenos resultados mediante tratamientos con Bacillus thuringiensis o realizando un buen manejo de las malezas beneficiosas para ayudar a la restauración de la población de controladores.
Gusano Monturita (Sibine spp.)
La especie Sibine fusca es tal vez la más común en la palma africana. El adulto es una mariposa nocturna cuyas alas delanteras son de color rojo-marrón y las traseras marrones. El tamaño es del macho es de 34 mm y el de la hembra de 50 mm. Cuando están en reposo, las alas posteriores descansan sobre el cuerpo del insecto en forma de techo. Los adultos tienen el aparato bucal atrofiado y no se alimentan.
Existen 10 estados larvarios que se cumplen en 7‑9 semanas. La larva es urticante, con las patas atrofiadas y la cabeza muy reducida y al completar el desarrollo mide unos 35 mm. Durante los cinco primeros estadíos las larvas son de color verde pálido y posteriormente desarrollan una coloración azul pálido en la parte anterior y posterior del cuerpo.
La pupa es también urticante, de color café claro y aparece en grupos sobre las bases peciolares. Cuando son pequeñas se alimentan de la epidermis del envés de las hojas y después del quinto estadío son capaces de comerse todo el tejido de las hojas excepto las nervaduras. Durante todo su desarrollo una larva puede consumir el equivalente a uno y medio foliolos.
Tanto en América como en el Sureste Asiático, estos defolia­dores son fuertemente diezmados por enfermedades de naturaleza viral que atacan las larvas. Estos virus son generalmente muy específicos para cada especie de defoliador por lo cual pueden aplicarse artificialmen­te a una población sin temor de alterar el equilibrio biológico existente. Las soluciones de virus pueden aplicarse al follaje mediante las técnicas comunes de aplicación de insecticidas. En general, un tratamiento viral, para esta plaga se puede realizar preparando una solución con 20‑25 g de larvas enfermas maceradas y filtradas y luego diluyendo el contenido en 50 L para aplicar en una hectárea. La aplicación debe hacerse, preferentemente, al inicio del ciclo de la plaga, ya que la máxima mortalidad se alcanza después de 20‑30 días de tratamiento.
Esta plaga al igual que otros defoliadores, tiene muchos enemigos naturales, entre ellos avispas, moscas parasitoides y chinches depredadores, los cuales permiten un buen control de la plaga en condiciones naturales. Cuando se presenta un brote fuerte, se debe tratar de realizar un buen manejo de malezas, y si hay una fuerte defoliación esta debe pararse con aplicaciones aéreas de Bacillus thuringiensis.
Gusano Cipres (Automeris spp.)
Las larvas de Automeris spp. son verdes y urticantes y se localizan en el envés de las hojas especialmente en las de mayor edad. Esta plaga tiene una alta potencialidad defoliadora pudiendo llegar a consumir las larvas individualmente, el equivalente a cuatro foliolos. El índice crítico se ha establecido en 50‑80 gusanos por árbol.
En los últimos estadíos, se ha notado una elevada mortalidad de larvas, causada probablemente por algún agente viral. Las larvas afectadas se vuelven inactivas y toman una coloración amarillenta, cayendo al suelo. También se ha observado depredación de las larvas por chinches pentatómidos y el ataque de varios parasitoides
Gusano canasta (Oiketicus kirbyi)
Las hembras adultas carecen de patas, antenas, aparato bucal y de alas funcionales, y durante todo su ciclo permanecen dentro de una canasta o cesto que forman a partir de residuos vegetales y secreciones. Los machos también forman esta canasta pero en su etapa adulta son voladores nocturnos de unos 32‑52 mm de tamaño, de color pardo o negro y con puntos blancos.
Es una plaga cuya aparición es generalmente cíclica debido posiblemente a desequilibrios con sus enemigos naturales. Durante un ataque fuerte, el insecto puede alimentarse también de la cobertura y de varias malezas de la plantación.
Las larvas pueden consumir unos tres foliolos, durante todo su ciclo. Estas cuentan con un buen mecanismo de dispersión, ya que a ciertas horas del día, especialmente por las mañanas, estas se cuelgan de un hilo de seda muy fino casi hasta el nivel del suelo, siendo muy fácilmente dispersadas por el viento o transportadas por personas o animales que caminen dentro de la plantación.
Existen varios enemigos naturales tales como avispas parasitoides y también enfermedades causadas por hongos y virus. El nivel crítico de referencia es de 10 cestos por hoja. Si es posible, los canastos se colectan manualmente en las áreas más problemáticas y se ponen en jaulas de liberación de parásitos. No obstante, hay que tener en cuenta que existe preferencia de las hembras a movilizarse hacia las hojas más jóvenes.
Si es necesario un control químico se pueden utilizar formulaciones de Bacillus thuringiensis, utilizando dosis considerablemente mayores a las necesarias para otras familias de insectos más susceptibles a esta bacteria (1,5‑2,0 kg · ha-1), ya que el cesto les confiere gran protección.
Picudo de la palma (Rhynchophorus palmarum)
El adulto es un gran abejorro negro (ocasionalmente levemente rojizo) de unos 20‑41 mm de longitud sin considerar el largo del rostrum. El macho frecuen­temente es más pequeño que la hembra y posee un penacho de pelos sobre el pico. Vive 40 días o más, es de hábitos diurnos, pero con mayor actividad durante la mañana y al atardecer.
La larva no posee patas, es blanquecina o amarilla crema y presenta la región de la cabeza fuertemente endurecida. Su ciclo de vida es de 80-160 días.
Al llegar al estado de pupa, la larva se rodea de material fibroso de la planta y permanece en este estado entre 16 y 30 días. La pupación ocurre, generalmente, en las base de las hojas jóvenes o viejas, aunque también puede producirse en el tronco o en las bases peciolares de la base del mismo.
El daño directo lo causan las larvas que taladran y destru­yen los tejidos internos en el tallo y el cogollo. Cualquier herida atrae a los adultos que depositan allí sus huevos. El ataque de las larvas puede matar una planta debido a daños en el meristemo principal o bien al desarrollo de pudriciones causadas por microorganismos.
Como mecanismo de control se utilizan distintos diseños de trampas para adultos preparadas a partir de tallos de palmas improductivas o que no son útiles por cualquier razón. Otro tipo de trampas utilizan pedazos de piña o caña machacada en recipientes de plástico o latas con agujeros. El uso de la feromona de agregación producida por el macho permite incrementar el número de capturas por trampa en un factor entre 6 y 30. Debido a la naturaleza agregada de la población adulta de Rhynchophorus palmarum la intensidad del trampeo puede variar entre 1 y 10 trampas · ha-1.
Strategus aloeus
El adulto de Strateg­us spp. es un gran abejorro de unos 40‑50 mm de largo. El macho posee tres proyecciones muy sobresalientes sobre la parte anterior del cuerpo. La larva posee tres pares de patas, es de color blancuzco y mide entre 90‑100 mm cuando completa su desarrollo. Existen tres estados larvales que tienen una duración de unos ocho meses. El ciclo total de vida del insecto es de casi un año.
La hembra deposita sus huevos sobre materia orgánica en descomposición, tales como troncos de árboles o palmas de una siembra anterior y aquí se desarrollan los diferentes estadíos larvarios. Las larvas también pueden encontrarse debajo de estos sitios, en los primeros 30-40 cm del suelo.
El daño lo causa solamente el adulto, el cual hace un túnel en el suelo cerca de la planta y empieza a devorar el bulbo basal por debajo. Más tarde, el insecto continúa devorando los tejidos más tiernos del cogollo. La presencia de este abejorro es fácilmente detectable por un cúmulo de tierra fresca cerca de la base de la planta.
Debido a que los mayores ataques se presentan en siembras nuevas cuando existen cúmulos de materia orgánica en descomposi­ción se debe favorecer el desarrollo de una leguminosa de rápido crecimiento sobre esta materia. Al estar cubiertos por la leguminosa o maleza, los troncos dejan de ser atractivos para la hembra que no los encuentra o bien no puede realizar la puesta.
En ataques ya establecidos, se aplica una solución insecticida en el hueco en donde se aloja el adulto en el día, cerca de la base de la planta.
También se ha observado que el armadillo es un excelente depredador de Strategus spp.
Hormigas
El daño causado por las hormigas zompopas o arrieras puede ser serio si no se mantiene un programa de control permanente. La destrucción de hormigueros debe iniciarse lo antes posible, pues la eliminación de grandes colonias es más difícil y costosa. Lo más recomendable para combatirlas es la colocación de cebos en los caminos de mayor actividad, aproximadamente a un metro y medio de la boca del hormiguero.
Ratas
Las ratas son animales que se reproducen extremadamente rápido. En general generales, una hembra se encuentra sexualmente activa en 3‑4 meses y produce una camada cada dos meses con un promedio de 6 individuos. El mayor daño lo causan en los racimos.
El combate de las ratas debe de ser integral debiendo manipular el ambiente de la plantación para hacerlo más inadecuado para la población de ratas. Esto implica destruir la mayoría de los sitios utilizados por los roedores para refugiarse y multiplicarse, siendo fundamental la limpieza y el control de malas hierbas en la plantación.
Otra opción es realizar un programa integrado de control biológico, favoreciendo el desarrollo de una población fuerte de aves rapaces, complementando este método con el uso de cebos envenenados.
Taltuzas (Orthogeomys spp.)
El daño de las taltuzas se reconoce por la presencia en palmas jóvenes de un amarillamiento y secado del follaje progresando de las hojas más viejas hacia arriba. Los síntomas son similares a los causados por un déficit hídrico severo. El animal se alimenta del bulbo subterráneo de la palma por lo cual estas pueden volcarse. La identidad del animal se detecta por la presencia de montículos de tierra, correspondiente a los túneles excabados por el animal. Daños severos pueden ocurrir en palmas de menos de dos años de edad creciendo en suelos de texturas muy livianas.
El control de las taltuzas es comúnmente complicado y requiere de personal entrenado en la colocación de trampas mecánicas en las madrigueras. Algunos cebos también han sido usados con grados de éxito variable.
8.2. Enfermedades.
Antracnosis
Colletotrichum spp. es un hongo oportunista que ataca severamente plantas con algún tipo de estrés, particularmente nutricional o de suministro de agua. Es el hongo más comúnmente asociado a la antracnosis en vivero. Inicialmente aparecen sobre las hojas más jóvenes puntos pequeños algo acuosos entre las venas. Las lesiones tienden a ser elongadas y al crecer son muy oscuras o pardas y están rodeadas por un borde de tejido más pálido. El centro puede cubrirse de una masa rosada. Las lesiones más activas pueden detectarse por un olor a violeta.
Botryodiplodia spp. aparece en palmas que no tienen una nutrición balanceada o bien están pasando por algún período de estrés. Típicamente las lesiones se localizan en las puntas de las hojas como pequeñas manchas transparentes. Estas lesiones crecen y cambian a un color pardo oscuro que se rodea de un borde de color claro y un halo amarillento difuso. A medida que la lesión se desarrolla el centro de la misma se seca y toma una textura papelosa, cambiando a un color gris. En esta fase de la lesión se puede observar fácilmente cerca de la zona necrótica central, una serie de puntitos negros.
Melanconium elaeidis forma lesiones similares a Botryodiplodia spp., pero inicialmente tienen una apariencia más acuosa. Estas lesiones se desarrollan muy rápidamente y se forma alrededor un halo amarillento que gradualmente se confunde con el tejido sano aún verde. El centro de la lesión se seca más rápidamente que en el caso de Botryodiplodia spp., de manera que el tejido muerto es más extensivo.
Los ataques de la antracnosis son favorecidos por condiciones de estrés sobre las plantas, en particular excesos de sombra, desbalances nutricionales y un suministro inadecuado del agua. Bajo estas condiciones la respuesta a los fungicidas es muy limitada, por lo cual se debe empezar el combate mejorando las condiciones agronómicas del vivero.
La infección se facilita cuando las plantas están muy juntas y las hojas se rozan entre ellas, por lo que se recomienda a veces aumentar las distancias de siembra, pero antes de que las raíces hayan traspasado las bolsas, o de lo contrario la planta sufre un estrés muy fuerte. Una película persistente de agua sobre las hojas favorece el ataque.
Arqueo foliar y pudrición común de la flecha
El arqueo foliar es una condición genética que aparece generalmente en palmas entre uno y tres años de edad, aunque también puede aparecer en palmas de hasta 7 años y en plantas en vivero. Uno de los primeros síntomas de esta enfermedad consiste en el desarrollo de lesiones oscuras de apariencia acuosa en los foliolos aún plegados al raquis en las flechas. Debido a su posición, estas lesiones pueden pasar desapercibidas y la primera evidencia de la enfermedad es la aparición de una flecha quebrada o fuertemente curvada cerca de su base o más comúnmente cerca de la parte media del raquis. El tejido necrótico de los foliolos se seca y se desprende, de manera que después de pocos días la hoja doblada solo presenta algunas fibras de los foliolos o los muñones de la base. Conforme las nuevas flechas van saliendo estas presentan síntomas similares con pudrición generalizada de foliolos y raquis, o bien un arqueamiento del raquis raquis con pudrición limitada de los foliolos.
La pudrición común de la flecha se presenta en plantas jóvenes y su sintomatología es prácticamente similar a la del arqueo foliar, excepto que en esta última se supone que no debe haber hojas con curvatura del raquis. Con la enfermedad de pudrición común de la flecha se desarrollan manchas necróticas y acuosas en los foliolos de la parte intermedia del raquis que no son fácilmente visibles hasta que estos abren o la pudrición se generaliza en toda la flecha. La flecha atacada se puede doblar cerca de su base cuando aún la mayoría de tejidos están todavía verdes. La presencia de una o más flechas parcialmente podridas en su base y que cuelgan entre las hojas más viejas, es el típico cuadro de la enfermedad.
Un ataque de arqueo foliar es normalmente transitorio y las plantas se recuperan "espontáneamente", después de unas pocas semanas o meses. En el caso de la pudrición común de la flecha se ha recomendado ayudar a la planta enferma en el proceso de recuperación. Para esto se hace un tratamiento de cirugía del tejido enfermo, con una aplicación posterior de una mezcla de insecticida y fungicida. Como es imposible separar estas dos manifestaciones con claridad en la gran mayoría de los casos, generalmente se tratan todas las palmas enfermas, presenten o no hojas arqueadas.
Pudrición del cogollo
Los síntomas iniciales de esta enfermedad consisten en el desarrollo de parches cloróticos o de color pardo en las hojuelas basales de una de las hojas más jóvenes completamente abiertas. Este amarillamiento se extiende más tarde a todas las hojas. Durante estos primeros estados, la flecha puede o no presentar unas pocas manchas necróticas en algunos de los foliolos cerca de su extremo o en la parte media. La pudrición de la base de la flecha y del cogollo ocurre más tarde. Como consecuencia de la pudrición en la flecha, ésta se dobla cerca de la base o bien varias flechas permanecen pegadas y erectas. Eventualmente ocurre el secamiento de los foliolos, lo cual ocurre en forma irregular pero más frecuentemente a partir de las puntas en el extremo de las hojas. Las hojas viejas permanecen verdes por largo tiempo antes de amarillear y secarse.
Para combatir esta enfermedad, la adopción de prácticas agronómicas óptimas, tiene el potencial de evitar o disminuir el problema de la pudrición del cogollo y trastornos similares. En particular es claro que condiciones pobres de airación del suelo, y una nutrición desbalanceada predisponen a las plantas al trastorno. Por ello, toda siembra de palma africana debe prever la construcción de un buen sistema de drenaje interno y superficial, así como mecanismos para evitar la compactación. De igual manera la fertilización debe estar basada en el análisis de los tejidos, pero considerando también las reservas del suelo.
El tratamiento de plantas con síntomas iniciales mediante cirugía del tejido afectado y la aplicación de una mezcla de un fungicida y un insecticida ayuda aparentemente a la recuperación de un buen porcentaje de las plantas tratadas. Este tratamiento puede ser menos efectivo en sitios en donde las condiciones ambientales son particularmente favorables para el desarrollo del trastorno.
Pestalotiopsis
Pestalotiopsis spp. puede establecerse en lesiones causadas por diversos insectos y ácaros, otros hongos como Curvularia y a partir de daños mecánicos causados a las hojas. Sin embargo, los ataques han sido más severos cuando han existido grandes poblaciones de algunas especies de chinches de encaje.
Las lesiones en la palma africana aparecen generalmente en las hojas bajeras pero en ataques severos sólo las hojas más jóvenes aparecen libres de manchas. Inicialmente las lesiones son de apariencia grasosa color café claro y luego blanco grisáceo o cenizo y frecuentemente se rodean de una zona color amarillo anaranjado. Al crecer, la lesión toma un aspecto zonado y se juntan unas con otras secando amplias zonas de tejido. Las partes más viejas de la lesión se cubren de unos puntitos negros.
Aunque no se conocen por completo los factores reguladores de la población de los vectores, es obvio que se debe de ser muy cauteloso en su manejo para no crear desequilibrios que favorezcan un aumento de la población del insecto. El buen manejo de la plantación que favorezca el desarrollo vigoroso de las plantas es la principal arma contra el ataque de  patógenos oportunistas. Cuando el ataque del hongo es importante se hace necesario el uso de un insecticida para reducir la población del vector, ya que las aplicaciones fungicidas han resultado inefectivas.
El síndrome del anillo rojo  y la hoja pequeña en palma africana
Esta enfermedad es causada por el nematodo Bursaphelenchus cocophilus y generalmente se presenta en palmas mayores de 5 años.
Los síntomas más clásicos se producen cuando las hojas más viejas o intermedias amarillean y se secan progresivamente, avanzando estos síntomas hacia hojas cada vez más jóvenes. Las hojas de mayor edad suelen quebrarse en el peciolo a corta distancia del tronco y la parte distal permanece colgando por largo tiempo. Al partir transversalmente el tronco de estas palmas se nota un anillo de tejido color pardo, crema, o rosado de unos pocos centímetros de grosor y localizado generalmente cerca de la periferia del tronco. En algunos casos el anillo no es continuo en toda la longitud del tallo apareciendo en la parte superior, pero es aparentemente inexistente en la parte media y puede reaparecer en la región basal como un área de color rosado pálido.
Otro de los síntomas es la condición conocida como "hoja pequeña" en donde la mayoría de las hojas conservan su color verde y frecuentemente no se observa ningún tipo de necrosis en el tallo de las palmas afectadas. Inicialmente la planta empieza a emitir hojas más cortas y el centro de la corona toma una apariencia compacta. Eventualmente, al continuar la emisión de hojas pequeñas, que pueden ser simples muñones, la parte central de la corona adquiere la apariencia de un embudo. Conforme la enfermedad progresa, todas las nuevas hojas son cortas y deformes, con diferentes grados de secado de los foliolos a partir de las puntas, y grados anormales de endurecimiento en los raquis, adquiriendo la palma la apariencia de un plumero gigante. Las inflorescencias en desarrollo abortan, por lo cual estas plantas terminan siendo totalmente improductivas.
También es posible observar una sintomatología que es combinación de las dos descritas anteriormente.
No parece existir mayor duda del papel de Rhynchophorus palmarum como vector activo de Bursaphelenchus cocophilus, pero la presencia de insectos contaminados con el nematodo no necesariamente implica la aparición y desarrollo de la enfermedad del anillo rojo.
El control de la enfermedad debe de ser integral y dirigido tanto a reducir la población del vector como de las fuentes de inoculo del nematodo en la plantación y sus alrededores. En el caso de plantas con síntomas clásicos se recomienda envenenar la planta con un arboricida sistémico inyectado al tronco y derribarla una vez que ésta se seca.
Por otro lado, cuando la palma esté fuertemente atacada por el picudo debe botarse y partirse en secciones que luego se abren longitudinalmente y se les aplica un insecticida.
En el caso de palmas que presentan el síntoma de hojas pequeñas sin necrosis extensiva en el tallo, puede existir la posibilidad de recuperación mediante el uso de nematicidas sistémicos inyectados al tronco, aplicados al cogollo, o bien absorbidos por el sistema radicular.
Debido a que el picudo es atraído por cualquier tipo de heridas del tronco, éstas deben evitarse al máximo, especialmente durante la cosecha y poda. También debe prestarse atención a la pudrición común de la flecha, daños por ratas, viento, etc., especialmente en palmas que han entrado en la etapa de susceptibilidad al ataque del nematodo, pues en estos casos será aconsejable tratar la parte con un insecticida para evitar los riesgos de las visitas del insecto vector.
Podredumbre basal húmeda (Basal wet rot)
Al principio, se observa el desarrollo de una coloración marrón-rojiza en los extremos de los foliolos en la punta de las hojas inferiores. En pocos días, las hojas superiores amarillean y toman un tono pardo‑cenizo. También se puede producir la pudrición de la fecha en una etapa temprana así como de algunos racimos. Conforme la enfermedad progresa, se puede producir, lateralmente en la parte basal del tronco, un exudado espeso y maloliente que se acumula en la base de la planta. La infección prosigue hacia el bulbo basal por unas pocas raíces centrales y al llegar a esta zona se extiende rápidamente, causando una pudrición generalizada, que es húmeda y maloliente. La muerte de la planta puede ocurrir en 3‑4 semanas.
Dada la estrecha relación entre la aparición y desarrollo de la enfermedad y el mal drenaje, este aspecto debe mejorarse especialmente en plantaciones jóvenes. A pesar de esto se ha observado que la enfermedad también puede aparecer esporádicamente en áreas aparentemente bien drenadas. La infección aquí se da probablemente a través de heridas en las raíces causadas por maquinaria, insectos, etc.
Pudrición basal corchosa
El hongo asociado a esta enfermedad es Ustulina deusta. Generalmente la palma afectada no muestra ningún síntoma externo y la producción y maduración de racimos es normal. Estas palmas pueden aparecer repentinamente quebradas cerca de su base. Al examinar esta región se nota una pudrición seca generalizada de los tejidos que abarca una gran parte del área transversal del tronco. El tejido más viejo afectado es café claro y surcado por numerosas bandas angostas, irregulares de color negro y blanco. La consistencia del tejido enfermo es corchosa por lo cual resulta fácilmente desprendible aún con la mano.
Usualmente aparecen externamente en la base del tronco, sobre las bases pectorales basales y sobre las raíces adventicias, los cuerpos fructíferos del hongo adheridos al tejido muerto externo. Cuando son jóvenes, estos cuerpos son redondeados, planos y de un color gris verdoso con los bordes blancos, al crecer se desarrollan zonas concéntricas de diferentes tonalidades de gris, cuando maduran pierden la forma y el color inicial y cuando son viejos los cuerpos son secos, negros y de contorno y superficie muy irregular.
Podredumbre basal seca
El hongo asociado a esta enfermedad es Ceratocystes spp. La enfermedad se presenta como una pudrición seca de color café claro, en la base del tallo en palmas adultas. En la base del tronco, se forma una cavidad generalmente de gran tamaño, al desintegrarse los tejidos internos y desprenderse de las partes sanas. Encima de esta cavidad a veces se forman raíces adventicias. En algunas ocasiones se observa que toda la parte central del tronco se ha desintegrado y sólo permanece sana una delgada capa de la periferia del tronco. Aunque esta desintegración de tejidos puede abarcar un metro o más de la base del tronco, la planta no muere y se mantiene así meses o incluso años.
Pudrición basal por Ganoderma (Basal Stem Rot)
En palmas jóvenes los principales síntomas son el moteado y posterior secado de algunas hojas bajeras, la aparición de hojas más cortas y cloróticas, la necrosis de los tejidos, un follaje de tonalidad pálida con la producción de varias flechas sin abrir y un crecimiento general retardado. En palmas adultas, los síntomas se caracterizan por el desarrollo de una coloración pálida en las hojas más nuevas, las hojas más viejas amarillean, mueren y permanecen colgando alrededor del tronco y en la base de estas palmas se desarrollan los cuerpos fructíferos del hongo, que son grandes "orejas" de color café rojizo brillante y con un margen blanco en la cara superior y crema en la cara inferior.
Las plantas que presenten estos síntomas deben ser cortadas, y la porción enferma del tronco separada del tejido sano. Todos los remanentes del bulbo basal, incluyendo parte de las raíces, deben sacarse del suelo. Se recomienda aplicar al tronco sulfato de amonio o urea para acelerar su descomposición. Si se dispone de los medios adecuados, es aconsejable incinerar el material enfermo. Cuando la enfermedad no está muy avanzada, puede aplicarse un arboricida en el tejido aún sano.
Fractura de la corona
Las plantas afectadas por este fenómeno presentan varias de las hojas jóvenes dobladas hacia un lado del tronco, siendo el grado de inclinación variable y provocando en casos extremos la quiebra completa de la corona. Cuando la fractura se produce por encima del punto de crecimiento la palma puede recuperarse por sí sola, aunque lo más frecuente es que estas fracturas sean invadidas por hongos y bacterias oportunistas que causan pudrición de los tejidos atrayendo a Rhynchophorus palmarum.
Una porción considerable de las plantas con fractura de corona pueden ser recuperadas mediante la poda de las hojas jóvenes afectadas. Posteriormente es necesario aplicar un insecticida para prevenir ataques del picudo.
Falla de racimos y podredumbre apical del racimo
La pudrición de los racimos (falla) se produce con mayor frecuencia en los periodos de máximo rendimiento y en las palmas jóvenes, lo cual liga esta condición con una causa fisiológica, ya que no se ha identificado ningún microorganismo como agente causal del problema.
En el caso de la pudrición distal del racimo, los principales síntomas son la pérdida del brillo natural de un grupo de frutos en el extremo del racimo, desprendiéndose posteriormente esta sección antes de la cosecha o en el momento en que el racimo cae al suelo después de ser cortado.
Es muy posible que la causa de la falla de racimos y de la podredumbre apical se localice en una nutrición inadecuada que no considera las fluctuaciones particulares en la producción de ciertos grupos de plantas.
9. RECOLECCIÓN.
La recolección es una de las actividades más importantes en las plantaciones de  palma africana aceitera por lo que el éxito de la misma dependerá de una planificación racional.
La producción de racimos, con las variedades disponibles en el mercado, se inicia entre los 30 y los 36 meses de plantada en el campo.
La recolección en la palma se realiza durante todo el año.
La frecuencia de cosecha, es decir, el intervalo entre cosechas en un mismo lote, está asociada con la edad de la palma, con el material genético utilizado y con las condiciones climáticas de la región. En general, los ciclos oscilan entre 7 y 12 días en palmas jóvenes y entre 9 y 15 días en plantas adultas. En épocas lluviosas, los ciclos son más frecuentes que en épocas secas.
Para determinar la maduración óptima de racimos, es decir, el momento en que la planta logra un mayor contenido de aceite en el racimo y un menor porcentaje de ácidos grasos libres se utilizan criterios tales como el cambio de coloración de los frutos de violeta a anaranjado y el desprendimiento de aproximadamente dos frutos por cada kilogramo de racimo.
10. APLICACIONES.
La palma aceitera genera una gran variedad de productos y subproductos que son utilizados en la alimentación y la industria.
El producto principal obtenido es el aceite de palma crudo a partir del cual se elaboran mantecas y aceites para el consumo humano directo. Para lograrlo, son necesarias las siguientes etapas:
- Esterilización: se realiza a una presión de vapor de 2-3 kg · cm-2 durante 30-45 min dependiendo del estado de madurez de los racimos. Los objetivos de la esterilización son facilitar el desprendimiento de los frutos del raquis, reducir los ácidos grasos libres del aceite, posibilitar el proceso de extracción del aceite al suavizar el mesocarpio y facilitar el proceso de clarificación del aceite.
- Desgranado: consiste en separar los frutos contenidos en las espiguillas o raquidios de los racimos.
- Digestión: consiste en macerar los frutos bajo condiciones de vapor de agua a temperaturas de 95 ºC. En esta fase se rompen las células en las cuales está contenida el aceite rojo este puede ser liberado espontáneamente o bien se facilita su extracción para la próxima etapa
- Extracción del aceite: se realiza con prensas de tornillos de doble eje.
- Clarificación: el aceite rojo del mesocarpio que sale de la prensa es aceite crudo, con altos contenidos de impurezas y gran cantidad de material fibroso proveniente del mesocarpio. Además, contiene materias no oleaginosas que se deben eliminar para lograr una buena calidad de los aceites.
Otro producto derivado de la palma africana es el aceite de palmiste que se extrae de la almendra de la semilla del fruto. Para su obtención se llevan a cabo las siguientes operaciones:
-Clasificación y rompimiento de las nueces: es conveniente para garantizar cierta homogeneidad en el material final. Esta operación se realiza haciendo pasar las almendras por zarandas especialmente diseñadas para tal fin.
-Separación de las almendras y descarte del endocarpio: el objetivo de esta labor es separar el endosperma o almendra de la nuez por diferencia de peso específico. Un método tradicional aún usado en muchas fábricas, consiste en utilizar una mezcla de agua y arcilla cuyo peso específico sea mayor que el de la almendra (1,07 g · cm-2) y menor que el del endocarpio (1,3 a 1,4 g · cm-2) de manera que las almendras son separadas fácilmente. Los sistemas más modernos hacen uso de hidrociclones.
-Secado y ensacado de las almendras: una vez separadas las almendras, estas tienen aproximadamente un 20% de humedad, la cual es inadecuada para el almacenamiento de las mismas. El método de secado más utilizado son los silos con secadores de aire caliente, en cuya parte inferior  están incorporadas las rejillas vibratorias por donde salen las almendras secas al 6-7% de humedad para ser ensacadas y almacenadas.

BIBLIOGRAFIA:
http://www.infoagro.com/herbaceos/oleaginosas/palma_africana_aceitera_coroto_de_guinea_aabora.htm

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